Halloween se deriva del enunciado ‘All Hallows’ Eve’, y proviene de la celebración del día de todos los santos. Es además una fiesta para celebrar el fin del verano, la prosperidad en los cultivos y la abundancia del ganado, con la llegada de la nueva estación.

No es, sino hasta la llegada de los irlandeses a Estados Unidos con hambruna y a migración, que Halloween empezó a difundirse como el gran fenómeno mediático y cultural que es en la actualidad. Aparecen íconos como la calabaza tallada, que se arraiga desde la leyenda de Jack of the Lantern, o la costumbre del ‘Trick or treat’, que consiste en los niños recorriendo el vecindario americano pidiendo dulces a cambio de no gastarles pequeñas bromas a las casas, y que proviene de una especie de negociación similar que hacían los agricultores irlandeses con los espíritus para que no arremetieran contra la familia.

Fue desde ese proceso de masificación de cultura, que pudimos ver películas, series animadas, leyendas urbanas y año tras año disfraces más originales y atemorizantes con el fin de no dejar pasar el Halloween por debajo de la mesa.

Hay países en donde la fiesta no es celebrada, ya que carece de un significado relevante y no concuerda con la ideología y la cultura en la que viven. No obstante, en Venezuela nos hemos encargado de surtir nuestra propia ideología con una gran cantidad de fiestas extranjeras a pesar de que no sean realmente las que mejor representen nuestra propia cultura. Tal es el caso del Halloween. Podría resultar ilógico que Venezuela celebre el Halloween, puesto que nosotros carecemos de estaciones climáticas, la religión católica no cree en la existencia de ‘Espíritus malignos’ y no forma parte de nuestra historia el fulano Jack The Lantern. Sin embargo, para poder entender una festividad y poder celebrarla con potestad hace falta conocerla y comprender sus orígenes.

Resultaría además anómalo e inusual que en Venezuela celebráramos Halloween, puesto a que aquí no se vive en su mayoría en vecindarios en los que se facilite la idea de que los niños toquen los timbres a pedir dulces, pero aún pasando de largo estas limitaciones el venezolano se las ingenia cuando tiene ganas de alienarse.

La intención no es decidir si está bien o mal celebrar Halloween en Venezuela, debemos comprender que la postmodernidad da campo para que celebremos cuanta fiesta nos encontremos por el medio, ahora está permitido ser un híbrido cultural. Solamente se quiere llamar a l reflexión, quizá en un futuro celebremos los diablos de Yare con tanta emoción como preparamos una fiesta de Halloween.