La dolorosa perspectiva del Holocausto

10.8.11

Pocas cosas en la vida de los seres humanos son tan destructivas como la guerra. Lamentablemente es peor saber que nada bueno queda de ellas, puesto que es una perdida injustificada y sórdida de vidas, potencial humano, y quizá algunas mentes brillantes que no tuvieron oportunidad de destacar en este mundo.

Quizá ya se haya dicho bastante del Holocausto. No cabe duda que fue una cantidad portentosa de judíos a los que injustamente se les hizo pagar por un crimen que jamás cometieron. No cabe duda que la iglesia católica en aquél entonces era responsable de ese odio ideológico. No cabe ninguna duda de que es un acontecimiento que no debe repetirse en lo absoluto.

Pocas cosas son tan poco justificables como el odio humano, la ignorancia y la injusticia. Casualmente, estos tres son los principales causantes de esta desgracia. No es para nadie un secreto, que para aquél entonces, la educación era un privilegio reservado para una élite; la población, en su mayoría, carecía de preparación para poder formarse un juicio propio, lo que los hacía particularmente susceptibles a la manipulación de alguien con carisma. Cuando Hitler llega y aprovecha sus dotes de retórica y carisma y le vende al pueblo la idea de algo que no era cierto, aquellos seres sin un juicio propio sintieron que los judíos verdaderamente merecían morir.

Lo cierto, es que es lamentable que toda aquella capacidad de Adolf Hitler para exaltar a las masas fuese usada para ideales tan oprobiosos e individualistas. Porque desde una perspectiva actual, en donde el entorno cultural es otro y los puntos de vista han cambiado, la idea de asesinar una cantidad de gente tan sorprendente no podría calificarse de otra forma.

Cabe destacar, de forma deplorable, es que para el movimiento nazi, el holocausto era considerado como una solución. Lo que hace suponer que para ellos, los judíos realmente debían morir. Los judíos eran considerados los culpables de ideologías que para el momento eran consideradas malas para la humanidad, como el marxismo, la democracia, la ilustración y la masonería. Además de ser calificados con términos desoladores como “un fermento de descomposición” y “degeneración racial”. Eran considerados el enemigo mundial, razón por la cual, ante los ojos del nacionalismo, debían morir de la peor manera que pudiesen. Ante los ojos de los alemanes, los judíos eran menos, nunca se detuvieron a pensar que el pueblo judío eran personas exactamente iguales a ellos, con las mismas capacidades, necesidades y derecho a vivir que el resto del mundo. Nadie se detuvo a pensar que una creencia religiosa no te hacía culpable de la fragmentación interna de la civilización urbana o de la relajación moral. Quizá para ellos era más desfachatado ser un demócrata o un pacifista a un intolerante asesino. Quizá, lo que Hitler no pensó es que al querer asesinar a los judíos se convertía en lo que criticaba, algo que le hacía daño a la sociedad. Quizá para los nazis se le hacía mas daño a la raza humana perteneciendo a una determinada ideología que exterminando a seis millones de inocentes.

No conforme con el asesinato de personas por su creencia religiosa, este horrible extermino además acabó con otros millones de personas simplemente por alguna característica que nunca tuvieron alternativa de cambiar, como ser homosexuales o discapacitados. Además de gitanos, eslavos, polacos e incluso alemanes con diferentes ideologías. Así que sumando esto, la cifra de decesos casi se duplica a los doce millones.

El movimiento nazi jamás se preocupó por aquellas personas que tenían hijos que mantener, nunca le preocupó todos los ancianos que ya no podían defenderse, trabajar o hacer las grandes caminatas. A los alemanes nunca les importaron esos niños que tuvieron que enfrentarse a la perdida de sus padres, ni todo el dolor que esto les provocaría. Muchos niños ni siquiera notaban la diferencia entre ser judío o católico antes de que los nazis los hicieran pagar por un crimen del que ni siquiera estaban al tanto.

Las formas en como les propinaban la muerte, que incluían trabajo forzoso, casi ninguna comida diaria, balazos, cámara de gas, ‘marchas de muerte’, reflejan otro punto lamentable de este suceso. Nadie desea una manera de morir tan humillante, entristecedora y trágica como alguna de esas. A los nazis nunca les importó lo crudo que resultaba asesinar tanta gente de hambre, de agotamiento o incluso, por fortuita mala decisión del destino.

La vida para los que tuvieron que atravesar por todo este episodio doloroso, se transformó en un ideal que pocos alcanzaron. Cuando no sabes el porvenir que te depara el futuro, valoras tu vida como habitualmente no se está acostumbrado a hacer. Pocos fueron los sobrevivientes, pero la lección de vida que conservan con ellos es tan grande que inevitablemente llama a la reflexión a todos aquellos que no han pasado por una situación si quiera similar y sienten que han tenido una vida llena de calamidades.

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