De Caracas y la Inseguridad. Paredes que Tumbar.

31.8.11



Cuándo de hacer críticas se trata yo estoy mandado a hacer. El día que Dios repartió la capacidad para quejarse yo estaba de primero en la fila, y con un cupón de dos por uno.

                Hace más de una semana, estaba con un amigo paseando por Chacaito, comprando películas. En un momento decidimos pararnos a fumarnos un cigarro en una de las entradas del C.C Chacaito, porque estaba lloviendo. En medio de una conversación amena, se nos acerca un individuo un tanto sospechoso, y le dice a mi amigo que se parece muchísimo a un compañero de celda en la conocida cárcel “El Rodeo”. Luego de marearnos un rato con esa historia, se hace evidente que lo que pretende es despojarnos de nuestros celulares. Con la excusa de que tiene a alguien vigilándolo tras nosotros, nos manda a sacar los celulares, para así hacer la “simulación” de un asalto. Describir el “kikiriwiki” en el que nos tenía aquel hombre sería algo tedioso, es mejor decir que al finalizar pretendía llevarse el teléfono de mi amigo (el mío no, porque le mostré otro que cargaba encima). Cuando dijo “Hacemos algo, yo me llevo este teléfono y ustedes se van tranquilos y aquí no pasó nada” yo decidí entablar una conversación en el que creía sería un fútil intento de hacer que devolviera el teléfono. Una larga historia hecha corta, al final el hombre devolvió el teléfono, y se despidió de mí con un abrazo, acotando que todo había sido en broma.

                La palabra “sorprendido” ante el desenlace de esta situación se queda un poco corta. “Anonadado” sería una palabra más adecuada, o algo más familiar para la élite, me quedé verdaderamente “sentado en el agua”. Puedo escribir hojas enteras de lo terrible que me hace sentir esto como venezolano. Puedo armar un berrinche con lo asqueado que me quedo con la calidad de la cultura del sector mayoritario de la población de este país. Puedo llorar mares de lágrimas falsas con la lástima que siento por aquellos que tienen que recurrir a estas acciones para sobrevivir, y armar pleito millones de veces por los que lo hacen teniendo otras opciones.

                Pero no.

                Hace meses, fui a ver con Néstor al teatro una obra que se llama “Flores de Papel”. En esta oportunidad no la menciono para hablar del ‘carga papas’ que forma parte del cast. Refiero a la obra, porque toca el tema que este post tiene la intención de plasmar. Luego de que terminara la obra, la directora señaló que desde su punto de vista, tiene dos interpretaciones principales. Uno desde el punto de vista de la vida de pareja, y otro desde un contexto netamente social. El núcleo del argumento de la obra versa en dos personas, sumamente distintas entre ellas, que debido a estas diferencias y los complejos que conllevan, no son capaces de escucharse el uno al otro claramente, resultando en el asesinato de la mujer por parte del hombre. El hombre era un carga cajas de supermercado, y la mujer una doña solitaria.

                Y es aquí cuando refiero a la interpretación social de la obra. Escrita a raíz de la crisis social chilena durante los tiempos de Pinochet, lo que intenta retratar esta obra a nivel social es que la MARCADA diferencia de clases sociales chilena, hizo que cada una se aislara, y que no fuesen capaz de escucharse entre ellas, seccionando el pueblo chileno y resultando en aquella tragedia de la que todos hemos escuchado.

                Lo mismo pasa acá. Los que creemos que poseemos algún nivel de cultura superior a la gente humilde que vive en los barrios, a las que generalizamos como “tukkys” y tachamos de “malandros”, estamos completamente ciegos a la realidad que ELLOS viven. Y de igual forma de su lado, pues en su mente existe el paradigma de que nosotros como tenemos dinero, nos sentimos más que ellos. Y lo peor es que muchas veces es verdad, y que muchos de los que de una forma u otra tenemos más beneficios que la población en general, descalificamos a la gente humilde por el simple hecho de ser eso, humildes. Hasta que no seamos capaces de ESCUCHARNOS los unos a los otros, de AYUDARNOS, como seres humanos IGUALES que somos todos, este país no va a salir de donde está estancado.

                El muro de Berlín cayó hace años ya, pero aun restan paredes que tumbar. Está en nuestras manos decidir cómo y cuándo hay que hacerlo.

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3 comentarios

  1. Excelente Analogía, y sí realmente lo que nos falta aplicar son los valores propiamente y seguro que solo con un poco de esfuerzo puede lograrse el país que todos soñamos, pero nos da pereza o simplemente pensamos que otros lo harán y se encargaran de eso, cuando en realidad el trabajo es de todos. Un grano de arroz hace la diferencia entre un gran montón.

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  2. Ay pero que comentario más guapo ♥

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  3. A mi parecer el resentimiento social es casi imposible de eliminar.

    Con el SIMPLE hecho de decir "Tukky" ya estamos marginando y eso crea desigualdad social.

    NO somos iguales. La clase media NO es igual a la clase popular y viceversa. Predicamos la falsa igualdad donde no la hay. No es que seamos mejores o peores sino que nuestra idiosincrasia no es la misma.

    Que hacer?

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