Londres: Eufória, disturbio e injusticia.

9.8.11

El ser humano es social, está destinado a convivir con otros seres humanos; es por esto que las ciudades existen desde tiempos inmemoriales. No obstante, el ser humano es una criatura instintiva, en pleno uso de su conciencia actúa en base a sus intereses, aunque estos no sean precisamente los que su entorno social establezca como correctos. Es por esto que nace la injusticia y casi inmediatamente, el deber de castigar estas calamidades.

Uno de los primeros derechos de todo ser humano, es de protestar. Manifestarse y hacer partícipe a todos de su descontento. Puesto que es cierto que, a las autoridades competentes pierden su cercanía con la realidad. Una realidad de violencia, de corrupción, de desigualdad social. Manifestar por una vida digna a veces es necesario.

Aunque por otro lado, lo que también es muy necesario, para una vida próspera, formidable y correcta dentro de toda nación, es una actitud moral y cívica. En donde se respeten los bienes públicos, el orden público y la vida en comunidad de todos los habitantes.

Esto nos trae a colación, el actual y dramático conflicto que atraviesa Londres. En donde se ha disfrazado de ‘Protesta’ una serie de actos vandálicos, desfachatados y que nada tienen que ver con dar a conocer un descontento respecto a alguna injusticia.

En primer lugar, ese suceso, da testimonio al resto de las naciones, que incluso en las ciudades más primermundistas ocurren revueltas y actos criminales que se le sale de las manos a las autoridades policíacas. Asimismo, que los saqueos, quemas de automóviles y heridos no son cuestiones exclusivamente de países subdesarrollados.

Nuestra primordial preocupación, es por cada una de esas personas que por culpa de la euforia de una turba iracunda, pierden su patrimonio, entiéndase carros, casas o incluso su vida. No se puede catalogar como ‘manifestación’ a un libertinaje que rompe la barrera de lo sano y pacífico. No se puede permitir que una injusticia genere una ola mayor de fuerza destructiva y un número mayor de injusticias. Quizá como a los habitantes londinenses no les ha tocado vivir un entorno de constante violencia, y delincuencia, no tiene claro de qué es lo que una manifestación permite.

Queremos pensar que toda esta fuerza devastadora que insta a los ingleses a destruir su propio patrimonio como nación, viene causado por la indignación que produce ver que la policía deja de hacer su trabajo. Quisiera, desde la realidad de todos los venezolanos, recordarle a todos los ‘manifestantes’ que en Venezuela vivimos una realidad de violencia extrema y no precisamente por eso salimos a la calle a destruir y quemar lo que es de todos.

Quizá la perspectiva cambie si nos pusiéramos en los zapatos de los londinenses, y sean ellos los que consideren que unos actos tan estridentes y estrepitosos son los que hacen falta para recordarles a las autoridades que el pueblo necesita vivir en paz y armonía, y que no hay lugar para las injusticias. Quizá seamos nosotros los aletargados, que seguimos permitiendo que la violencia acabe con todo el potencial de nuestra población, juntos con sus vidas y no obliguemos a las autoridades a que cumplan por un trabajo por el que se les paga.

Lo que de trasfondo sale a resaltar, es que nada justifica el hecho de que se destruyan las pertenencias y vidas de inocentes, ni la propiedad de la nación, por lo que ellos han querido llamar ‘una manifestación’. Les recordamos a los londinenses que lo que están haciendo se cataloga como ‘disturbio’, y esto es un delito; por lo que se estarían convirtiendo en lo que ellos critican. Parece que tanta revuelta no les deja darse cuenta de la terrible doble moral en la que han caído.

No nos queda más que levantar nuestras plegarias para que pronto la situación entre en calma, y que con la experiencia, esta ciudad logre dejar esta situación en el pasado, con el menor número de dolor posible.




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